Escrito por Coral Casallarch •
Publicado el 15 julio 2020
Hace algo más de tres años decidí dejar de caminar por las calles de la negatividad. Fui apartándome, inconscientemente, de gente que, en aquel momento no sabía cómo calificar. Más adelante sabría que eran las llamadas “personas toxicas”.
Por suerte la mía, empezaron a aparecer en mi vida, las personas que he bautizado antídoto. Las “personas antídoto”. Algunas de ellas ya eran conocidas mías que habían evolucionado. Otras, aparecieron nuevas. Y otras aparecieron de forma virtual; ya sea a través de libros o de redes sociales. Todas ellas me enseñaron, me guiaron, para dejar de caminar mirándome los pies y empezara a caminar mirando al cielo.
Cuando llevaba tres años por el camino de la positividad, decidí, por arte del destino, compartir una aventura con una persona tóxica. Antes de aceptar el reto pensé mucho la respuesta pero me aventuré ya que me lo tomé como un reto personal. Así vería como realmente había evolucionado. Yo y la persona tóxica.
La aventura duraría unas 96 horas. A los 60 minutos de empezar ya me estaba diciendo a mí misma que tuviera paciencia. Acababa de empezar y ya estaba arrepintiéndome. No obstante, uno de los aprendizajes que hice es que todo pasa por algo, sea bueno o sea malo. Así que aunque todo apuntaba que sería una aventura mala, tenía que aprender de ella. Y así lo hice. Cambié mi pensamiento negativo del principio por pensamientos positivos. Pero el esfuerzo que tuve que hacer fue tal que terminé seca, vacía, sin fuerzas… dejé de ser Coral.
Estuve 96 horas con una persona extremadamente negativa. Estuve con una persona que a todo le pone un precio. A las personas también. Su vida se basa en dos elementos. La negatividad y el dinero. Cuanto más hablaba más pena sentía. Pena porque cuanto más alto era el valor del objeto que me estaba comentando, más vacía la veía. Pena porque me decía frases que yo decía cuando tenía 14 años. No 33 que son los que tengo ahora. Vi que había quedado anclada a esta edad.
Esta persona habla más que escucha. Pero, sinceramente, en esta aventura lo prefería así. Mientras ella hablaba, no hablaba yo. Tampoco me pedía opinión, ni punto de vista, ni consejo, con lo que solamente escuchando ya era suficiente.
Solo en una única ocasión me preguntó una cosa de mi vida y le respondí ¡yo no hablo de mi vida! En realidad le omití una parte de la respuesta. La respuesta entera era: ¡Yo ya no hablo de mi vida con una persona tóxica!
Durante estas 96 horas conocimos a otra persona con la que vivimos un reto de unas 4 horas. Aproximadamente la primera hora, la persona tóxica no abrió boca. La segunda hora la abrió para dejarme en ridículo y menospreciarme delante de la persona reto de cuatro horas. Yo me lo tomé a risa y le contestaba riéndome aún más. Esto, entiendo que molestó a la persona tóxica. Pero lo hizo porque al no hablar durante la primera hora, y no era el centro de atención, no destacaba. Las personas tóxicas tienen que destacar pisando a otras personas. No saben brillar buscando sus propios méritos.
Durante estas 96 horas, me sorprendió mucho que hiciera comentarios diciendo que le importaba la opinión de la gente que nos cruzaríamos por la calle. ¿Perdona, persona tóxica, me estás diciendo que te importa lo que pensará la persona que nos cruzaremos al salir y que nunca más (o si) vas a ver en tu vida?, ¿Esta persona que no sabes ni como se llama?, ¿Esta persona que lo único que está pensando es que llega tarde al trabajo, que va a buscar a su hijo a la escuela, que está yendo al cine, que ha quedado con su novia…?, ¿Esta persona que está pensando en ELLA y evidentemente no está pensando en ti, porque seguramente ni tan siquiera al cruzaros te mirará?, ¿De verdad que vas a decidir si te pones la falda verde o la falda roja en función de la gente que supuestamente te cruzarás por la calle? Le dije, recuerda que hay una frase que dice la gente está obsesionada en qué pensarán de ellos, cuando lo que piensan ellos es lo mismo. Es decir, que no pensarán nada de ti, por qué estarán pensando que opinarás tú de ellos. Así que ponte la falda que quieras, porque no te la van a mirar. Miraran si les miras la suya y que cara pones. Pero tú, que estarás obsesionada que te están mirando la tuya, tachan, esto se convertirá en un auténtico lio de faldas.
Qué penita pensar así, la verdad. Hace años, reconozco que yo también pensaba mucho en qué dirían los demás de mí. Y cuando dejas de hacerlo, te quitas un peso de encima que pesa toneladas. Pero no te das cuenta hasta que pasa el tiempo y vives situaciones como esta. Y observas, que no te importa nada lo que piensan los demás. Te das cuenta que solo te importa lo que piensas tú de ti mismo.
Otras de las situaciones que viví fue, por ejemplo, que esta persona sólo pensaba en ella. No sabe trabajar en equipo. No sabe compartir, a no ser que sea para mostrar que ella es más que otros. Es decir, no en compartir de forma solidaria, sino para demostrar que era superior.
Hablando tanto, me contaba situaciones de su vida. Y ella misma decía que no entendía porque le pasaban siempre cosas malas en su vida. En una ocasión intenté explicar-le mi filosofía de vida de ahora, como observaba yo la vida… pero vi que no me entendía, así que desistí. Las fuerzas no tenía que gastarlas para que ella viera la vida con otros ojos. Tenía que guardarme las fuerzas para sobrellevar yo la situación.
Viví, aunque parezca imposible, muchas más historias negativas en este reto. Pero no quiero alargarme más en esta historia. Esta persona consiguió que a los cinco minutos de estar con ella dejara de ser yo. Dejará de ser la persona que había conseguido ser. Que dejara de sonreír, que dejara de mirar al cielo al caminar, que dejara de tener ganas de hablar, que dejara de tener ganas de hacer fotos, que dejara de tener ganas de escribir, que dejara de tener ganas de comprar… ¡solamente en 96 horas! ¡Todo lo que había conseguido en 3 años empezó a desaparecer en cinco minutos, y se desvaneció en 96 horas! Al llegar a mi casa dormí 12 horas seguidas. No me desperté ni una sola vez.
¡Pero tranquilos! A las 48 horas de finalizar mi reto volví a ser yo. Y a las 96 volví a escribir (este post).
Con esta aventura, recordé que tengo el libro amarillo titulado Gente Tóxica, desde hace muchos años. Está en mi mesa de noche desde entonces y la verdad es que no me apetece nada leérmelo. Lo leeré. Pero de momento no. Por ahora quiero evolucionar desde la positividad. No detectando la toxicidad. Quiero encontrar las cosas positivas en todo. No quiero centrarme en las negativas. De hecho este es el primer post que voy a publicar que para mí esta hecho desde la negatividad. Pero quiero compartirlo con vosotros porque de esta experiencia he aprendido muchísimo. Y aunque pasé 96 horas no muy agradables, de esta experiencia también he sacado muchas cosas positivas.
Alguna de ellas es que he escrito este post, otra es que he creado el concepto de persona antídoto. Concepto del cual voy a hacer un post con la definición. Entre muchas otras cosas, lo quiero compartir, porque en el momento que nos ocurren cosas negativas no somos conscientes del aprendizaje que tenemos que hacer de la situación. Cuando ya lo vemos con perspectiva descubrimos porque nos ha ocurrido.
Bueno, pues ya que no me he leído el libro he buscado en uno de mis blogs favoritos, La Mente es Maravillosa, donde tienen dos artículos que hablan de las personas tóxicas. Uno es 7 rasgos que te permitirán detectar alas personas tóxicas, y otro es 7 tipos de personalidades tóxicas (como siempre haciendo clic encima accedéis al link). En estos artículos nos dicen que una persona tóxica tiene como características:
– egocéntrica
– pesimista
– tiene el rol de victima
– envidiosa
– infeliz
– no se alegra de los logros de los demás
– neurótica
– descalificadora
– socio psicópata
– manipuladora
– autoritaria
– …
Os recomiendo leer los dos artículos anteriores. Yo, no voy a entrar en la definición y/o características de gente tóxica. Pero con lo que he contado de mi historia podemos ver que esta persona tóxica con la que conviví tiene varios de los rasgos anteriores. Cuando tenemos una de ellas a nuestro alrededor, aunque no sepamos la definición la reconocemos.
Y para terminar, como ya dije un día en mi publicación de Instagram , en un mundo dónde, por desgracia, tenemos que convivir con personas tóxicas, prefiero ser y rodearme de las que curan, sanan, protegen, neutralizan, contrarrestan… los efectos del veneno o agentes tóxicos. Son las que he bautizado como personas antídoto. Como lo eres tú, tú y tú.
Gracias, gracias y gracias. ¡Hazte feliz rodeándote de personas como tú, personas, gente antídoto!
Coral💋