Y es que ya lo dice la frase; “si no sabes qué decir, sonríe.” Y así es. La sonrisa nos debería acompañar cada segundo de nuestras vidas. Siempre. Siendo el mejor vestido, el mejor maquillaje, la mejor palabra, el mejor gesto… en definitiva, el mejor acompañante.
Y como dice la frase de la happiseta, la llave de todas las puertas es la sonrisa, pues como seguramente os habéis imaginado, tiene varios significados.
El literal, puesto que cuando llegamos a un lugar, sea público o privado, solos o acompañados, nuestra mejor presentación siempre debería ir acompañada de una sonrisa.
La timidez, esa que a todos nos ha acompañado en alguna ocasión. Si no sabemos qué decir, sonreímos. Siempre queda bien y, con un poco de suerte, mientras quien tienes en frente te devuelve la sonrisa, puedes pensar qué decir.
Laboralmente hablando. Como ya sabéis, durante 7 años me he dedicado al departamento de RRHH de una empresa. Pues bien, entre otras tareas, una era la de hacer entrevistas. Exactamente la misma entrevista y las mismas preguntas y respuestas pero con la única diferencia de la sonrisa en la cara, de ambas personas, el entrevistado y el entrevistador, os garantizo que el resultado no era el mismo.
Un bebé. Pensad en los bebés. Si no hacen nada, decimos que qué monos y aquí acaba todo. Pero si el bebé te mira y te responde con una sonrisa, ¿no estaréis de acuerdo conmigo en que es de los mejores placeres de la vida? Para mí, cuando un bebé te mira y sonríe, se para el mundo. Aquí sí que se para el mundo. No conozco a nadie, hasta día de hoy, que no pueda sentir nada al recibir la sonrisa de un bebé.
Existen tantas situaciones en las que la sonrisa es la mejor llave o, mejor dicho, LA llave que, tal y como escuché un día en una canción, la sonrisa es mi nueva religión.
Tú, ¿cómo tienes la llave?
Muchas gracias